Nuestra ciudad presenta muchos problemas, alcanzando temas tan diversos como seguridad, transporte, educación, salud, vivienda, trabajo, contaminación ambiental e inundaciones. El gobierno de la Ciudad está encarando algunos de estos temas utilizando una
equivocada visión sectorial, como si fuera posible resolver cualquiera de ellos separadamente y olvidando nada menos que la condición sistémica, que es, justamente, la que caracteriza cualquier ciudad del planeta.
Desde mi visión socialista, entiendo que estos problemas sectoriales, por importantes que parezcan, son sólo los puntos emergentes de una realidad social y física asimétrica, verdadera génesis de crisis de la ciudad. Esta doble asimetría, social y física, es el resultado de las operaciones urbanas especulativas que apuntan a acrecentar la desigualdad en detrimento del equilibrio y de la solidaridad social que, como sabemos, son componentes básicos e indispensables del desarrollo urbano bien entendido.
Hace 80 años, Mumford[1] decía que la ciudad y el lenguaje, son los más grandes inventos del ser humano porque, al posibilitar y estimular la comunicación social masiva, es allí donde se generan los valores de convivencia, tolerancia y solidaridad. Pero también acotaba que, si estos estímulos eran usados para provecho de unos pocos, se incrementaría la desigualdad y la pobreza, lo que, naturalmente, se expresa claramente en esa situación de asimetría social y física que hoy vivimos.
Es, en situaciones como ésta, cuando se necesita la decidida acción estatal que, antes de buscar soluciones parciales y sectoriales, debe preocuparse por los temas integrales y definidos con claros objetivos de equilibrio social. Sin embargo, esa no parece ser la línea que sigue el Gobierno como se puede notar en los siguientes ejemplos.
Un primer ejemplo lo encontramos en los diferentes ensayos urbanos que se están realizando intentando recuperar la fluidez del tránsito, en lugar de analizar el tema mayor que es la movilidad urbana, tomada ésta como capacidad de los ciudadanos de recuperar su inclusión en el entorno social, cultural y productivo, que actualmente presenta enormes restricciones para muchos de sus habitantes. En este sentido, es interesante reflexionar sobre la visión sistémica que tiene la Autoridad de Transporte de Chicago al respecto:
Transporte no es sólo infraestructuras viales o ferroviarias y coches circulando.
Las infraestructuras reclaman territorio y compiten por el uso del suelo.
Nuestro sistema de transporte afecta nuestra calidad de vida en maneras que van más allá del tiempo que pasamos viajando al trabajo diariamente.
La eficacia del sistema de transporte local y regional puede afectar el valor del hogar, la seguridad de los hijos, el aire que se respira, los pasatiempos y hasta el poder de compra en el supermercado o en el centro comercial. [2]
El segundo ejemplo se hace evidente, cuando vemos que el Gobierno del Ingeniero Macri está dedicando buena parte del presupuesto en mejorar las aceras y algunos espacios públicos de la ciudad, como si el problema de la calidad del espacio público fuera una cuestión de cosmética urbana, dedicándose a lo superficial y no a lo profundo. Esta situación de doble lectura se puede apreciar claramente en el área de la Plaza San Martín, en Retiro. Allí se han incrementado los pavimentos peatonales, creándose áreas de convivencia peatonal-vehicular, especialmente frente al viejo edificio de la Cancillería, el Palacio San Martín; pero nada se hace con la gente, sin techo, que ocupa, al anochecer, todos los bancos de la plaza y hasta parte de los monumentos. Me pregunto ¿de qué sirve la cosmética física de la Plaza si se deja de lado la triste condición humana que la misma plaza presenta? ¿Acaso la idea es, como en el tiempo de la dictadura militar, que lo único que importa es el paisaje urbano y no lo que socialmente expresa? ¿Se estará apuntando a una solución final que expulsará a los sin techos hacia otro lado, donde se los vea menos?
Finalmente, el último ejemplo se refiere a la aplicación del criterio que afirma que con más policías (o una policía nueva) se puede controlar la delincuencia, en lugar de plantear el problema de la desigualdad social, de la ostentación excesiva, de la asimetría del ingreso y de la impunidad, que son los principales generadores de esta situación. Es obvio, que si la delincuencia, sólo es combatida en sus resultados y no en las causas profundas que la provocan, no se resolverá.
Lo que se debe hacer es lo que no se hace: planificar con sentido social. Hay que estudiar profundamente la situación actual, elaborar un diagnóstico que explique las causas verdaderas que nos están llevando a una situación insostenible, plantear objetivos sociales que apunten a modificar la desigualdad y las asimetrías, elaborar planes y programas para el corto, mediano y largo plazo, definir los indicadores que permitirán monitorear y controlar la buena marcha y los resultados de los planes y programas. En otras palabras, menos cosmética y más planificación en serio.
Diputado Raúl Puy
[1] Lewis Mumford, sociólogo y urbanista norteamericano 1895 - 1990, La Cultura de la Ciudades (1928).
[2] Página web de la Chicago Transit Authority.